Dia 8- Mi cariño es para ti

MI CARIÑO ES PARA TI

César, de la clase de Primaria Acelerada de por la tarde.

A pesar de estar aislado, lleno de naturaleza, despegado de la rutina, olvidando las muchas incomodidades que nos formamos en Madrid, en este lugar también se siente dolor, dolor de impotencia.

Esta impotencia viene dada por la situación que viven los niños aquí en Guatemala, y que es tan similar a la que viven muchos mas niños en el mundo, incluso en nuestra bonita ciudad de Madrid.

 En medio del paraíso encuentro dolor.

No es fácil darse cuenta que por mucho que hagamos aquí, habrá personas levantándose a las 5 de la mañana para ganar un par de quetzales, pesos, yens... Entonces te preguntas por  la razón de este viaje, el por qué puedes estar ahorrando todo el año y dejar a un lado el único verano que hay al año si total nada puede cambiar...cuando llegas al proyecto, no es difícil descubrir la razón. En este caso no es una razón sino ochenta. Ochenta niños que se levantan a las 5 am, que no huelen a rosas y que no se duchan cada día. Ochenta niños que no tienen cepillo de dientes, no disponen de ropa limpia todos los días, y que la ultima de sus tareas es jugar.

Un niño de Jardin de Amor es como cualquier otro niño que sufre las muchas injusticias de este mundo, y estos niños son únicos. Parémonos a pensar un momento en nuestras preocupaciones, en la capacidad que tenemos de hacernos felices con lo que somos y con lo que tenemos y en nuestro nivel de egocentrismo. En nuestros colegios nunca se nos enseñó a gestionar ninguno de estos sentimientos, a mí me lo  han enseñado los niños tan únicos que se encuentran en este lugar.

 Son niños que no tienen vacaciones, que se duermen la siesta, no por haberse levantado pronto para ir a una escuela, sino porque cada día se levantan pronto a trabajar y tienen que caminar 2 horas hasta el campo. Son niños que juegan con pelotas de plástico duro hinchado con aire, son niñas que se pasan los sábados limpiando la ropa de sus familias, niños que no comen chuches, quizá un hielo triturado con algún sabor. Son niños con un hambre de superación personal asombroso, que a los 13 comienzan a leer y a escribir. Son niños que van solos a comprar el pan, son niños que se caen y no lloran, y que enferman y callan. Es cierto que les ha tocado lo que les ha tocado y por eso son así, pero no dejan de ser niños y quien trate con niños sabrá que la niñez son sueños, juegos e inocencia.

Impresiona mucho ver la pobreza campando a sus anchas por Santa María, pero impacta el amor que desbordan estos niños. En Madrid, te impacta como la riqueza pasa en cada semáforo, pero duele el poco amor que damos a los que están a nuestro alrededor.

Hoy, quería nombrar a una alumna que tuve el año pasado, se llama Glendi, de 10 años y tiene un retraso no diagnosticado. Tuvo que dejar la escuela, como muchos otros niños, porque su mano era ayuda económica para la familia. Hoy la hemos ido a ver después de la escuela y casualmente su madre había fallecido el jueves. No dejó de sonreír ni abrazarnos. Echa de menos la escuela, sabe que es el único lugar donde la pueden dar amor en su vida y donde puede volver a su inocencia.

Honestamente, no creo que Glendi se acuerde de nada de lo que la enseñé el año pasado, así que mi primera teoría se vería cumplida: no estoy haciendo una gran labor educativa aquí. Pero al ver que diciéndole que hablaría con su padre para que el viernes viniera a la escuela, mi otra teoría se ha cumplido también: lo que importa es el amor que les dedicamos, unas cosquillas, un simple beso, un simple 'hasta mañana' les vuelve a hacer niños.

Terminamos con una canción que define muy bien lo que se siente aquí y para qué estamos nosotros aquí:

Te quiero yo
Y tu a mí
Nuestra amistad es lo mejor
Con un fuerte abrazo y un beso te diré
'Mi cariño es para ti'